miércoles, 14 de marzo de 2007

Declaracion intereligiosa en EEUU ante la inmigracion

Declaración intercongregacional en apoyo a una reforma inmigratoria integral
18 de octubre de 2005.

Los abajo firmantes, líderes y organizaciones de índole religiosa, nos congregamos para hacer un llamado al presidente Bush y a nuestros representantes electos en el Congreso a que introduzcan en la legislación una reforma inmigratoria integral que establezca un sistema inmigratorio seguro y humano coherente con nuestros valores. Nuestras diversas tradiciones religiosas nos enseñan a acoger a nuestros hermanos y hermanas con amor y compasión.
La Biblia hebrea nos dice: "Traten al extranjero que habita en medio de ustedes como al indígena de entre ustedes; ámalo como a ti mismo, porque extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto" (Levítico 19:33-34). En el Nuevo Testamento, Jesús nos dice que acojamos al extranjero, (cf. Mateo 25:35), pues "cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron" (Mateo 25:40). El Corán nos dice que debemos "servir a Dios ... y hacer el bien a... huérfanos, pobres, vecinos -parientes y no parientes-, el compañero de viaje, el viajero y [a los que no tienen nada]" (4:36).
Instamos a una reforma inmigratoria porque, todos los días, en nuestras congregaciones, programas de servicio, establecimientos médicos y escuelas, somos testigos de las consecuencias humanas de un sistema desfasado. Vemos y escuchamos el sufrimiento de familias inmigrantes que han perdido a sus seres queridos, muertos en el desierto, o de inmigrantes mismos que han experimentado explotación en su centro de trabajo o abuso a manos de traficantes de personas, y de otra gente inescrupulosa. Desde nuestro punto de vista, cambios en el sistema inmigratorio legal de Estados Unidos ayudarían a acabar con este sufrimiento, que ofende la dignidad de todos los seres humanos.
Invocamos a nuestras autoridades electas a promulgar normas legales que abarquen lo siguiente:
• Oportunidad para que los inmigrantes que ya están contribuyendo con su esforzado trabajo a este paíssalgan de las sombras, regularicen su estatus satisfaciendo criterios razonables y, con el tiempo, puedanoptar por convertirse en residentes permanentes legítimos y, finalniente, en ciudadanos estadounidenses;
• Reformas en nuestro sistema inmigratorio basado en la familia, para reducir significativamente el tiempoque las familias separadas deben esperar para reunirse, que actualmente es de varios años;
• Creación de canales legales para que los trabajadores y sus familias que desean migrar a Estados Unidosingresen a nuestro país y trabajen de manera segura, legal y ordenada, con sus derechos plenamenteprotegidos, y
• Políticas de protección fronteriza que sean coherentes con los valores humanitarios y con la necesidad detratar a todos los individuos con respeto, a la vez que permitan a las autoridades llevar a cabo la tarea crucialde identificar y prevenir el ingreso de terroristas y delincuentes peligrosos, así como cumplir con la tarealegitima de implementar la política inmigratoria estadounidense.
Si bien apoyamos el derecho del gobierno a aplicar la ley y proteger los intereses de la seguridad nacional de Estados Unidos, reconocemos que nuestro sistema inmigratorio existente, complejo e impracticable, ha hecho casi imposible que muchos inmigrantes —que buscan mantener a sus familias o reunirse con sus seres queridos— consigan el estatus legal. Reformar el sistema inmigratorio para abordar esta realidad permitiría al gobierno estadounidense enfocarse en sus esfuerzos por aplicar la ley contra las amenazas reales que enfrentan todos los que viven en Estados Unidos, ciudadanos e inmigrantes por igual.
Exhortamos a nuestras autoridades electas a conducir el debate sobre la reforma inmigratoria de manera cívica y respetuosa, cuidando de no culpar a los inmigrantes por nuestros males sociales y económicos o por las atrocidades cometidas por los pocos que han cometido actos de terrorismo. Un proceso polarizado carente de civismo sería un obstáculo para un discurso deliberativo y no serviría a los intereses superiores de nuestra nación.
Como líderes y organizaciones de índole religiosa, llamamos la atención sobre las dimensiones morales de la política pública y a poner en práctica políticas que resguarden la dignidad humana de todas las personas, hechas como están a la imagen de Dios. Intervenimos en la problemática inmigratoria con la meta de elaborar un sistema inmigratorio que facilite el estatus legal y la unidad familiar en el interés de servir a la dignidad y derechos de cada individuo, dados por Dios. Es nuestra oración colectiva que el proceso legislativo produzca un sistema inmigratorio justo, del cual nuestra nación de inmigrantes pueda estar orgullosa.

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