miércoles, 25 de abril de 2007

Situacion de personas subsaharianas en Oujda

Informe de Mª Ángeles Marco.

Del 4 al 9 de abril una delegación de la APDHA visitó Oujda, comprobando una vez más la situación límite en que viven los inmigrantes subsaharianos en tránsito y la multiplicación de esfuerzos que las asociaciones solidarias hacen de continuo a pesar de carecer de medios.
Oujda es una ciudad de alrededor de medio millón de habitantes en el noreste de Marruecos, a 13 Km. de la frontera con Argelia.
El 23 de diciembre pasado hubo grandes redadas en Rabat, Nador y El Aiún que supuso unos 500 deportados a la zona en un solo día. Recordar que de ellos, 73 eran solicitantes de asilo político con papeles del Alto Comisariado para los Refugiados (HCR). Aún cuando este número de una sola vez no se ha vuelto a repetir, las deportaciones a la frontera argelina son constantes; la llegada de grupos de cinco o seis personas es casi diaria. Los inmigrantes subsaharianos en tránsito en Marruecos están constantemente expuestos a las redadas, deportaciones y persecución por parte de la policía marroquí, quien asegura actuar así en cumplimiento de los acuerdos firmados con Europa en materia migratoria.
El hecho de tener papeles de solicitante de asilo o aún el estatus de refugiado, no es garantía de respeto ni de libertad de circulación. Cuando llevan a cabo las redadas, la policía rompe todos los papeles que puedan suponer un reconocimiento de su situación, dejando a los inmigrantes en la mayor desprotección. Incluso nos hemos encontrado en Oujda ahora en abril, a una congoleña con estatus reconocido de refugiada que había sido deportada a la frontera en estado muy avanzado de gestación; allí dio a luz, sin que sus papeles “oficiales” de refugiado fueran bastante para ser admitida en el hospital; hubo de ser ingresada de la mano de Médicos Sin Fronteras. Como ella decía, la policía no quiere saber nada de estos papeles; casi es mejor no enseñárselos para que no te los rompan.
Con todo, la peor experiencia para los inmigrantes es ser detenidos. Aseguran que la policía marroquí les roba todo lo que tengan de valor: dinero, móviles, etc, y durante el tiempo de la detención en ocasiones no les dan de comer, les pegan y humillan. Los malos tratos es lo habitual.
No todos los inmigrantes subsaharianos de Oujda viven en el campus; algunos están hacinados en pisos de alquiler, o han encontrado estructuras abandonadas que les sirven de refugio. En total, en Oujda y alrededores puede haber unos 700 inmigrantes.
Entre los inmigrantes del campus hay intelectuales, artistas, médicos, ingenieros... Como reclaman los militantes asociativos marroquíes que les tratan, es necesario valorar su potencial, toda su vivencia, su cotidianidad. En el campus viven, bailan, cocinan, rezan...Así hay un lugar señalado en el suelo con piedras que hace de mezquita y otro que señala la iglesia. Cada mañana se reúnen en grupo para rezar. El potencial de humanidad que se respira en todo el perímetro es incuestionable.
Sobre el movimiento asociativo marroquí pesa una gran presión policial. Es normal que les sigan cuando van en coche e incluso han apostado policías de paisano en la puerta de la casa de alguno de ellos.
En lo que respecta al Alto Comisariado para los Refugiados (HCR) con presencia en Rabat, parece incapaz de hacer valer los derechos fundamentales de los refugiados y demandantes de asilo. En realidad se diría que es una instancia más tolerada que legitimada, haciendo el juego en gran parte a la política antimigratoria de la Unión Europea. Actualmente hay 470 refugiados reconocidos en Marruecos.
Los militantes asociativos de Oujda consideran necesarísimo el establecimiento de una jurisprudencia que ponga freno a tanto atropello a los inmigrantes. Al menos en las redadas, violaciones y expulsiones colectivas, Marruecos viola la Convención de Ginebra de 1951 (ratificada en 1956) sobre el estatuto de refugiados (art.33), y la Convención sobre la Protección de los Trabajadores Migrantes y Sus Familias, sin olvidar la Ley Nacional 02-03, que prohíbe la expulsión de mujeres embarazadas, niños, refugiados y demandantes de asilo (art.26 al 29).

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